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domingo, 30 de marzo de 2014

El Unicornio

Les anuncio mi vuelta, regreso cabalgando sobre el frío viento del norte, y mi suspiro helado pronto estará cerca de ustedes. No vuelvo solo, a mi derecha duerme el tiempo y, a mi izquierda, yace la memoria. Yo soy el Unicornio, aquel del que conocen la existencia, aunque ignoren su rostro.



  • La memoria del Unicornio es su alma, escondida en el pensamiento. Recuerda a aquellos que lo traicionaron, a pesar de que se oculten tras el velo opaco de la dignidad. Uno de ellos es gris, su boca muestra afilados dientes que escupen indiferencia y crueldad. Es uno, y son muchos los que crecen en su interior No ignora quien soy, aunque desconoce que lo sabe.
  • La mirada del Unicornio es como la luz que atraviesa las tinieblas, nada ni nadie se escapa a su percepción. Observa al necio, mil en uno solo, aunque se oculte como una alimaña en su oscura guarida, creyendo que sus viejos dioses lo protegen. Su tiempo es el morir en la necedad, tiempo de destruir, tiempo de callar...
    El oído del unicornio percibe las palabras que no se pronuncian, encerradas para siempre en las celdas oscuras de sus mentes. Él oye el murmullo sordo de la impiedad y la injusticia que late en sus almas, la cólera que se oculta tras unos labios rígidos. Su garganta escupe sonidos, palabras y sentimientos que no reconocen, ciegos a ustedes mismos. El unicornio aspira la fragancia que existe a su alrededor, hunde su cabeza en prados y valles, busca la pureza de su perfume. Y es entonces cuando descubre aquello que los Padres le ocultaron, que no hay aroma sino pestilencia de amas condenadas. Allá donde va, el hedor cubre este siglo e impregna cada palmo de su belleza. Está solo, y su soledad sera su infierno. El unicornio come de sus cuerpos y bebe de su sangre. Purifica sus pensamientos más oscuros y otorga luz a las tinieblas. Alza su copa hacia el cielo en demanda de sus venas. Agradezcan la Comunión que borra su perversidad y acaba con el temor que los domina. Su piel es un delicado entramado de hiedra y raíces profundas, hojas marchitas la cubren.
  • El Unicornio roza con su cuerno la débil textura, aparta la envoltura y contempla la desnudez de sus espíritus. Sabe que sólo la tierra húmeda acogerá esa piel, el pellejo vacío de todas sus esperanzas.
    ¿Y qué decir de vuestro corazón? El engaño y la mentira anidan en él, en delicadas y transparentes capas de piel y sangre que se confunde. El Unicornio contempla asombrado cada uno de sus latidos, observa el compás que, golpe a golpe, les arranca la vida. Y lo que ve le complace, porque en cada palpito se esconde la verdad de su muerte. Vuestras palabras son lanzas envenenadas que envuelven vuestro oído hacia mí. Sin embargo, ¿qué decir de vuestros actos, cuando cada uno de ellos sirve a las llamas del Infierno? ¿Por qué adorar a un dios en el que no confiamos? Vuestra fe es tan frágil como una hoja mecida por el viento, se arrastra perezosa hasta postrarse no ante quien veneran, sino ante quien sirve mejor a vuestros deseos más profundos. La ambición los ha corrompido hasta límites insospechados, y ustedes, los que juraron llevar la palabra, sólo ofrecen duelo y lágrimas, desdicha y penalidades. Vuestro silencio ha despertado al Unicornio de su sepulcro, guía sus pasos en esta oscuridad del siglo, y no hay nada que se pueda hacer para detenerlo.
  • El alma del Unicornio está libre de vuestras sombras de perversión. Mi luz ilumina su camino, protejo sus pasos de la inclemencia. A mi llamada, surgió del abismo para borrar su necedad, y pronto oirán sus suaves pisadas. El prevalecerá sobre ustedes, su tumba espera a que la venganza sea consumada.
    Escúchenme, soy la pesadilla que altera vuestro sueño, la mano que ahoga vuestra ambición. Soy el oído que escucha vuestros más escondidos deseos, los ojos que contemplan vuestra destrucción. Soy la luz y la tiniebla, aquel que guía el cuerno del Unicornio y bebe en el Libro del Conocimiento. La hora se acerca, y grandes maravillas acontecerán en el Cielo y en la Tierra. El Unicornio hallará a la doncella, y los inocentes correrán tras él con sus lanzas dispuestas. Sin embargo, la oscuridad caerá sobre todos ellos, y yo ascenderé sobre vuestras cabezas, resarcido de todo el mal que sembraron. Contemplen el esplendor de mi gloria, de la mano del Unicornio he llegado hasta el rincón más oscuro de vuestro corazón. Vuestra perversión es la más dulce de las victorias, el terror que anida en vuestras almas mi venganza, y ya nada detendrá a Aquel al que sirvo. Él creó el deseo que los convierte en esclavos, sumisos servidores de todo lo que se anhela.


  • Alzo la copa del sacrificio a mi único Señor, mis manos empapadas en sangre muestran mi respeto y devoción. Es hora de traspasar la puerta y fundirme en su esencia. El Unicornio me ha servido bien, el Señor de las Sombras lo envió para proteger mis pasos y guiar mi camino. Ya no hay en él rebeldía, sino sumisión. No muerde mi mano, sino que se alimenta en ella. Cumplí su mayor deseo y lo vencí, y es ese anhelo la única soga que rodea su cuello. Aprendan de las palabras del Unicornio, tomen ejemplo de sus actos, y con humildad obedezcan sus designios. En cada página, repitan su deseo y que la sangre fluya hasta empaparla, y dirán las palabras escritas, una y otra vez, con la mente y el alma que ya no son suyas. Cinco son los que han de ser, cinco ríos del rojo fluido bautizaran el sacrificio, y a los cinco toques de la muda campana, cinco puertas se abrirán y, de cinco, una. Abrir la puerta que me permita acceder a vuestra sabiduría, ¡oh Señor de la Oscuridad!, y después lanzar el fuego eterno a mis espaldas. Destruir y quemar todo aquello que molesta a los ojos y ofende a los oídos. Y yo, en comunión con esta esencia, dejaré el odio y el tormento, la venganza y la cólera, para sembrar locura.

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