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sábado, 31 de diciembre de 2011

La locura llama a la locura(por A. Jodorowsky)

Era un árbol genealógico donde unas viejas ramas escondían turbios secretos, otras se quebraban por el peso del fracaso y a las más nuevas, que comenzaban a reverdecer, les llegaba una savia tóxica que las enloquecía.
El olor de su copa atrajo a otro árbol vecino que prendado de él se presentó diciendo:
-Encantado de conocerte.Tus secretos hacen pareja con mis secretos, tus fracasos con los míos y tus neurosis y las mías encajan a la perfección. Fundemos un matrimonio y nos nacerá un arbusto para el verano. Puede que salga autista, pero también podría pasar que trajéramos al mundo ese héroe tan esperado, ese que logre vencer el miedo a la locura y nos realice a todos.
***
Desde pequeña pudo “respirar” los devastadores efectos de la violencia ya que su madre era masoquista y su padre sádico. Pronto desarrolló rasgos bipolares: una personalidad abierta y cooperadora que mostraba al mundo convivía en secreto con etapas oscuras en las que no dormía, ni comía, ni hablaba. Su carácter se convertía en huraño y por su boca salían las mayores atrocidades imaginables. Sólo las personas más allegadas sabían de la negrura a la que se sometía periódicamente, sus descensos al averno. En esos momentos la vivienda familiar se convertía en una caja cerrada, en la que se ocultaba como el mayor de los secretos estos brotes de locura.
En la fase aguda tomaba un potente somnífero que le permitía el acceso al sueño. Sin embargo, el uso continuado durante años provocó que cada vez hicieran menos efecto. En una ocasión llegó a tomar una caja completa, un intento de suicidio, del que despertó a los tres días.
Ningún tratamiento farmacológico pudo resolver el problema. Un curandero una vez le preguntó:
-¿Cuál es el enorme secreto que guardas en tu interior? Y añadió: Si eres capaz de liberarlo, también mejorarán tus síntomas. Cada brote es un intento que tu inconsciente hace para sacar ese peso con el que cargas…
(El secreto era que su madre había muerto a manos de su padre cuando ella estaba trabajando en otro país. Cuando llegó, tras un viaje en barco, su madre ya hacía una semana que estaba enterrada. Desde aquel día empezó a cargar con el fantasma de su madre. Cargo con la culpa)
Esta historia tiene un final sorprendente. Durante el viaje de regreso, en el barco se encontró con un personaje de cabellos blancos que, tras conocer su historia, le dijo una serie de cosas que debería hacer:
-“Fabrica con tus manos y tela un peluche que tenga forma de vaca, rellénalo con carne y pégale una fotografía de tu madre. Acude al cementerio y lo más cerca que puedas de su tumba entierra el peluche con la foto mirando hacia abajo, hacia la tierra. De esa forma no cargarás con su fantasma. Si te queda culpa, porque sabías que esto iba a ocurrir y no hiciste nada, busca un lugar cercano en el que ella fue asesinada y entierra allí parte del dinero que ganaste en ese país”
Quedó tan sorprendida que le preguntó:
-¿Qué sucederá si lo hago?
-”Que esto quedará resuelto y no pasará a las siguientes generaciones, liberarás a tus descendientes de esta catástrofe”
-¡LO HIZO!

viernes, 30 de diciembre de 2011

Lluvia, sueño y locura

Caminando por la ciudad bajo la lluvia
mis pensamientos van a ti,
pensando en los besos
que me dabas llenos de pasión.
La lluvia no cesa, cae más y más
pienso en la tersura de tu piel
y quiero gritar al mundo....
QUE TE QUIERO.
Sigue lloviendo y llego a casa
no estas tu...
quiero estas a tu lado
quiero abrazarte y no puedo.
Tomo papel y lápiz
y te escribo este poema
así te siento mas cerca
mucho más cerca Amor mio.




Camino por la ciudad bajo la lluvia. Es una lluvia fina que en algunos momentos arrecia, pero vuelve en seguida a su deliciosa pasividad, sin ráfagas excesivas de viento que la haga impredecible. Y no la esquivo, me someto a ella porque me gusta sentir su martilleo en el paraguas. A veces uno no sabe que lo inesperado puede provenir de la naturaleza, un leve gesto que nos convierte en espectadores entusiastas de un acontecimiento que se repite desde hace millones de años y que siempre nos parece único.

Camino por la ciudad y siento que la lluvia cae sobre la tierra y que yo la recibo como un don. Tengo la sensación de que me lava simbólicamente el cuerpo, y que en cada paso que doy la acepto con alegría: el placer de lo verdadero que no necesita justificación alguna, al azar de la vida, y que representa un comienzo de algo que no sabemos en principio cómo llamar, y que nos lava el alma. Me parece que en el fondo de mí hay una vaga esperanza que siempre se puede recuperar, aunque con mucha frecuencia esté dormido, con un aura de cansancio sin rendijas, inhabilitado para reanudar con éxito todo lo que ofrece su definicición. Y bien, me digo: eso debe ser alguno de los matices de la experiencia, esa alternancia entre dos polos, o un paso continuo no de extremo a extremo, sino un deambular por la zona central, la de los matices.

Camino por la ciudad porque he quedado con una amiga, a quien conozco desde hace muchos años. Empezamos a caminar los dos juntos como si huyéramos de la lluvia, pero en el fondo nos sentimos a gusto y se lo digo. Cuántas cosas se pueden compartir. Cuántas pequeñas maravillas ofrece el mundo. El recorrido es demasiado corto, entramos en un viejo café en donde nada se parece a lo que recordábamos. Empezar de nuevo a hablar después de algún tiempo de no vernos, hacer un leve repaso a lo que hemos hecho en los últimos meses, acercarse con las palabras: ¿no es eso lo que nos hace humanos? Quizás la mirada se pierda en una rendija interior, por la que se cuela algún sueño que sobreviene de golpe, como una visita a deshora pero muy bien recibida. Un sueño...

Indígena: Los blancos quieren siempre algo, están inquietos y desasosegados. No sabemos lo que quieren. No les comprendemos. Creemos que están locos.
Jung: ¿Por qué creéis que todos los blancos están locos?
Indígena: Dicen que piensan con la cabeza.
Jung: Pues claro, ¿con qué piensan tú?
Indígena: Nosotros pensamos aquí.
Esto dijo el indígena señalando su corazón.
Recuerdos, sueños, pensamientos. C. G. Jung
¿Qué es la locura?

miércoles, 28 de diciembre de 2011

El mañana el la única UTOPIA

Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo… ¡Qué importa eso!. Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido. Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos. ¡Qué importa cuántos años tengo!. No quiero pensar en ello. Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte. Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos. Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven, no lo lograrás. Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusionesse convierten en esperanza. Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirseen el fuego de una pasión deseada. Y otras en un remanso de paz, como el atardecer en la playa. ¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el caminoderramé al ver mis ilusiones rotas… valen mucho más que eso. ¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!. Lo que importa es la edad que siento. Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquiriday la fuerza de mis anhelos. ¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!. Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Dar, la mayor alegria.

Un amigo mío llamado Pablo recibió un automóvil de parte de su hermano como regalo de Navidad. En Nochebuena cuando Pablo salió de su oficina, un pilluelo estaba caminando alrededor del flamante auto nuevo, admirándolo. "¿Es este su auto señor?" preguntó.
Pablo asintió. "Mi hermano me lo regaló por Navidad."
El joven estaba asombrado.
"¿Quiere decir que su hermano se lo regaló y que no le costó ni un centavo?, vaya, ya quisiera…" Vaciló.
Claro que Pablo sabía lo que deseaba. Deseaba tener un hermano como el suyo. Pero lo que el muchacho le dijo sacudió a Pablo hasta sus talones.
"Desearía," continuó el chico, "poder ser un hermano como el suyo". Pablo miró al muchacho sorprendido, e impulsivamente añadió, "¿Te gustaría dar una vuelta en mi auto?"
"Claro que sí, me encantaría". Luego de un corto paseo, el jovencito se volvió y con los ojos encendidos, dijo, "Señor, ¿le importaría manejarlo frente a mi casa?"
Pablo sonrió ligeramente. Creyó saber lo que el mozalbete quería. Quería mostrar a sus vecinos que podía llegar a casa en un gran automóvil.
Pero se equivocó nuevamente. "¿Podría detenerse donde están esas dos gradas?" preguntó el muchacho. Subió los escalones.
Pronto Pablo lo oyó regresar, pero no venía rápido. Estaba cargando a su pequeño hermano lisiado.
Lo sentó al final de la grada, luego como que lo giró para que pueda ver el auto.
"Ahí está amiguito, como te dije adentro. Su hermano se lo regaló por Navidad y no le costó un centavo. Y algún día yo te voy a regalar uno igual a éste…así podrás ver todas las hermosas cosas en las ventanas navideñas que te he estado tratando de describir."
Pablo salió y levantó al muchachito y lo sentó en el asiento delantero de su auto. Luego su hermano mayor subió atrás y los tres empezaron un gran paseo navideño.
Esa Nochebuena, Pablo aprendió lo que Jesús quería decir cuando dijo, "Hay mayor alegría en dar…"
Dan Clark

jueves, 22 de diciembre de 2011

Trozos de cristal

Cuidado con la tristeza, es un vicio"
Gustave Flaubert


Cuando el espejo estalló en mil pedazos,
no pude evitar que algunos trozos,
danzarines brillos de metálico tacto,
impactaran en mi rostro.
A resultas de aquel accidente,
quedé desfigurado para siempre.
Yo, que tanto amé mi reflejo,
que con tanta vanagloria cultivé mi imagen,
me vi de pronto privado de ella,
convirtiéndome así, en uno más,
en un ser insulso, anodino, de la pila de hombres mediocres
que no pueden cautivar a nadie por su aspecto físico, otro más.
Por eso decidí huir del mundo y alojarme en las cavernas,
como las bestias.
Al raso, bajo el encapotado cielo de cerúleas estrellas,
acompañado únicamente por los sones del bosque inquietante
fui feliz el resto de mis días,
trocando la falsa idea de fatua felicidad,
por otra de abandono voluntario de la virtud humana.

domingo, 11 de diciembre de 2011

El Príncipe del Palacio de Cristal

Un pueblo en el mundo que era tan pequeño que no aparecia en ningun mapa existente.
En ese pueblo vivian pocas personas y una de ellas era Astartea. Una joven chica que vivia
con sus padres y trabajaba en los labores del campo desde las tempranas horas del dia. Iba a
buscar agua al rio, a recoger el poco ganado de ovejas que tenian, moler el trigo, etc.
La primera comida que tendra sera al mediodia cuando el sol estaba demasiado alto como para
poder trabajar, pero a ella le gustaba. No le importaba trabajar junto a sus padres.
Por los atardeceres era cuando tenia unas pocas horas de tiempo libre para ella sola que las
aprovechaba para ir a pasear o ir al lago del bosque que solo ella conocia para ir a dibujar. Hoy
se decidio por lo segundo y despues de llevar la leche a la granja vecina cogio sus utencilios de
dibujo y emprendio su camino.
Atravesaba algun que otro sendero y el campo de trigo antes de adentrarse en un bosque
cercano. Escuchaba el agradable silencio y los suaves sonidos del crujir de las ramas y algun
que otro sonido de los animales.
Se abrio paso atravez de unas hierbas y arbustos hasta llegar al lago cuyas aguas eran
cristalinas a pesar de no ser muy grande. Estaba rodeado de arboles y solo Astartea conocia
el camino. Se sento en un pequeño sitio despejado y extendio la manta cerca de la orilla. Se
sento y abrio el blog en donde en la hoja ya se vislumbraban algunos bocetos bases del lugar;
cogio el lapiz y siguió en donde lo habia dejado.Primero por el lago, las plantas...
Mientras su mano se movia sobre el papel se evadia, se relajaba y se encontraba en una
especie de ensueño.
Comenzo luego por el fondo al terminar el primer plano y ahi vio un brillo. Miró mejor ya que no
estaba segura de lo que veia pero volvio a aparecer. Entre las hojas un brillo en el que no se
habia fijado antes.
Se levanto y arreglo su falda antes de dar unos pasos indecisos a esa direccion. Miro el sol y
calculo que aun tenia tiempo suficiente antes del anochecer. Dejo sus cosas donde estaban
y emprendio el cmaino hacia el brillo. No conocia los alrededores pero tenia la seguridad de
no perderse por lo cual se adentro poco a poco. Cuando, atravez del espeso lugar lleno de
arboles, arbustos y demas, logro salir quedo maravillada por lo que veia. Ante ella se levantaba
un gigantesco castillo con fachada y decoracion antigua y las paredes no eran de piedras,
no de ladrillos ni de ramas. Todo era de cristal tan puro como el aire mismo. En un instante
Astartea recorria los alrededores mirandolo todo con su rostro en mezcla de asombro, maravilla
y curiosidad.

Se acerco a lo que aparentaba ser la entrada y probo si lograba entrar y dehecho lo consiguio.
La puerta se abrio y Astartea entro con cuidado.
-¿¡Hay alguien!?- llamó unas cuantas veces pero la unica respuesta era su propio eco. Suspiró
y volvio a la puerta la cual por su espanto no se abria. Seguia intentandolo, pensando que
unicamente se habia atascado.
-No podras salir.-
Una voz resono a su espalda.-
Astartea, con cierto temor, incomodidad y malestar no se atrevia a darse la vuelta. Temblaba
ya que tenia la certeza de que algun problema le vendria encima si la confundieran con una
ladrona. Volvio poco a poco encontrar su voz y se disculpaba aun sin mirar. Contando de su
curiosidad y su problema de no poder volver a salir.
Miraba con firmeza la pared de cristal en el que vio el reflejo de la persona que se encontraba
detras de ella. Se asombro que tenia mas o menos su misma edad. Era unos centimentros mas
alto que ella y un pelo rubio y largo recogido en una trenza que caia por su hombro izquierdo.
Un lazo azul lo mantenia unido. Los ojos eran de colo jade y mostraban cierta frialdad al igual
que su rostro completo. Otra cosa que resaltaban eran sus oidos, puntiagudos y ligeramente
alargados.
-¿Que haces aqui dentro?¿Quien eres?-
Al final Astartea dejo de mirarle y se gira hacia el y con temor repite lo susurrado anteriormente.
-¡No me importan tus razones, Astartea!- la voz resonaba tan fria como su apariencia. -Pero no
te metas en mi camino, no quiero verte por aqui.-
Y siguio su camino sin explicar nada a la joven chica quien andaba perdida en el gran hall
de entrada. Dejo de intentar abrir la puerta y comenzo a mirar a su alrededor y a medida que
avanzaba podia notar las grandes dimenciones de la casa. En el pasillo del piso superior logro
ver una placa en la pared en la cual decia:
"Maldito este castillo junto al principe
maldito aquel quien ose acompañarle
y que viva sin fijo lugar por toda la eternidad"
Al terminar de leer el texto se arrodillo, riendo y al tiempo llorando. Esto, lo que ocurria no podia
ser algo real. Era imposible, ella no podia permanecer eternamente en este castillo ni tener que
ver a esa desagradable persona cuyo nombre aun no conocia. Se levanto y comenzo a mirar
por las habitaciones, secandose las lagrimas.
Le agrado una que le parecia reconfortable y decidio quedarse con ella mientras tendria que
permanecer aqui. Luego bajo las escaleras y sentia como le rugia el estomago. Era la hora
de comer y tenia hambre pero no sabia por donde ir ni a quien preguntar. En este entonces el
desconocido se asomo por una de las habitaciones del pasillo inferior.
-El comedor es aqui.-
Astartea queria darle las gracias mientras entraba en el comedor , pero al verle en una esquina,
apartado decidio no decir nada. En otra mesa habia un segundo plato y se sento ahi y comio.
Nunca antes habia probado semejante cosa. Era deliciosa.
-¿Como te llamas?- Intentaba comenzar un dialogo para conocer al misterioso joven. Esta la
miro y recogio su plato.
-Devion-
Desaparecio instantes despues y Astartea decide ir a buscarle, llamandole por su nombre por
toda la casa.
Paso asi casi un cuarto de hora hasta que este aparecio furioso con la voz mas fria que antes y
la golpeo contra la pared con una fuerza inmensa.
-¡He dicho que no me molestes!- su voz era alta y profunda -¡Cállate de una maldita vez!-
Se aparto y desaparecio detras de una de las puertas.
Astartea tosio varias veces al tiempo que se desplomo en el suelo, de rodillas, por el susto y el
dolor. Temblaba y unas cuantas lagrimas llenaban sus ojos mientras se levantaba y volvia a la
habitacion que le habia gustado antes. Cerró la puerta detras de ella y cuando se iba a recostar
en la cama encontro tres rosas rojas. Estaba sorprendida. De Devion no podian ser por lo cual
se pregunto si habia una tercera persona en este extraño lugar. Decidio que investigaria al
dia siguiente ya que ahora solo deseaba dormir. Dejo las rosas en un jarron y se acosto en
el agradable colchon y a causa del cansancio no tardo en caer dormida. En sueños veia a su
familia y soñaba que encerrada en ese castillo no volveria a verlos jamas. Sollozo en sueños y
se sentia sola y perdida.
Sintió a continuacion un repentino pero agradable calor en su interior y unos labios sobre los
de ella quienes susurraban su nombre con delicadeza mientras la acariciaba por el pelo con
intentos de apartar sus pesadillas.
No sabia si se encontraba soñando o despierta, pero desperto al sentir los tiernos labios de
nuevo. Solo conseguia ver una silueta en la oscuridad la cual se alejo al instante que habia
notado que habia abierto los ojos. Se seco las lagrimas y encendio las luces pero ya no habia
nadie, solo una rosa al lado de su almohada.

Se levantó de la cama y se descalza salió al oscuro pasillo, sintiendo apenas el frio suelo
cristalino bajo sus pies. Miró a ambos lados y al fijarse mejor logra ver una silueta a pocos
metros de ella y que la observaba, con cuidado se acercó un paso.
-¿Quién eres?-
La silueta le giró la espalda y se desvaneció entre las sombras. Astartea estiró la mano pero
en vano, el desconocido no se detuvo.
Suspirando pero con un extraño pero agradable bienestar volvió a acostarse y no volvió
a despertarse hasta la mañana siguiente, cuando alguien había tocado en su puerta para
despertarla.
Se levantó y se refrescó el rostro en el baño contiguo a la habitación antes de ir al comedor.
Devion ya se encontraba en él y tenia en esta ocasión el pelo abierto y como de costumbre se
sentaba lejos del plato de la chica.
Esta se sentó y en silencio comenzó a comer pero cuando acabó preguntó:
-¿Hay alguien más aqui aparte de nosotros?-
Le miro con expresión interrogante y esperó una respuesta que no venia. devion se levantó
y se fue, en su acostumbrado silencio. Pero esta vez Astartea le seguia, aunque a cierta
distancia recordando su reaccion el dia anterior y manteniendo esta distancia volvió a
preguntar:
-¿Por qué no me respondes?-
Le miró y este le devolvio la mirada con la gelidez de siempre . Instintivamente, Astartea, dió
un paso atras antes de volver corriendo a su cuarto. Estaba enfadada por el hecho de no lograr
encontrar la persona a quien le pertenecian los labios de la noche. Suspiró y caminó por toda la
habitacion, buscando una solución que no le queria venir a la cabeza.
Más tarde intentó nuevamente abrir la puerta de la salida pero era imposible, no se movia ni un
centimetro.
Aburrida decidió buscar a Devion y observar como se pasaba él el tiempo del día. Le encontró
sentado en uno de los sofás de la biblioteca con un libro entre sus manos. Se sentó algo mas
apartada y contemplaba como se comportaba, luego seguía por la casa y Astartea siempre se
encontraba detras de el, con prudente distancia, a escondidas. Al ver a Devion en diferentes
actividades, algunas sin duda extrañas, se preguntaba que tipo de ser era él.
Cuando se iba acercando la hora del almuerzo el jóven desapareció en la cocina y en el rostro
de Astartea apareció una leve mueca de asombro. Las comidas deliciosas de todos los dias las
preparaba él. Estaba maravillada y cogió algo de valor, entró en la cocina en donde el hermoso
cocinero se había recogido el pelo para estar mas cómodo. Se quedó quieto al verla, pero no
dijo nada. La voz tímida de la chica interrumpio el silencio.
-¿Te...puedo ayudar?-
Por la sorpresa de ella, él asintió. Le señaló en donde se encontraban las cosas y que era lo
que tenia que hacer, parecia que por un tiempo era otra persona completamente diferente y no
el habitual bloque de hielo con dos piernas.
Se estaba comenzando a preguntar si por casualidad tenia un hermano gemelo pero no se
atrevió a preguntar, al igual que no se atrevia a preguntar si por alguna remota casualidad
habia sido el quien la habia besado.
Cuando se sentaron para comer se fijó en sus labios y no veia muy real que el la pudiera
haber besado. Aunque eso sí, tenía que aceptar que a pesar de su frialdad era hermoso, muy
hermoso.
La comida tenia un sabor delicioso como siempre y cuando levantó la vista del plato para
fecilitarle ya no estaba. No se habia percatado de su ida, suspirando recogió con rapidez sus
cosas antes de correr a donde se encontraba el cuarto de Devion.
Con cuidado entreabrió la puerta para ver a su interior y se horrorizó ante la imagen que se le
mostraba.
Devion se encontraba revolcando y enocgiendo sobre la cama al tiempo que salian de él
gritos desgarradores. Su rostro mostraba la mas profunda de las agonias y dolor, el cuerpo se
encontraba llenos de arrañazos nuevos y antiguos, causados por el mismo en aquella especie
de locura.
Se adentró un paso, sintiendo pena, tristeza y dolor. al verle asi se olvidaba completamente de
su frialdad y solo pensaba en ayudarle.
-De-vion- susurraba mientras entraba. El chico se giró su vista hacia ella pero la ignoraba,
girtandole con voz aguda.-
-¡Vete de aqui!- dolor acompañaban sus palabras.
La chica se negó, no queria irse. Deseaba ayudarle e intentaba recordar las recetas
medicinales de su madre. Fue corriendo a buscar agua fría, un paño y comenzó a arrancar tiras
de tela de su traje. Se sentó a su lado e intento tranquilizarle con cantos en susurro al tiempo
que apretaba el paño bañada en agua fresca en su frente. Con los trozos de tela comenzo a
envendar sus heridas poco a poco.
Devion se encontraba ya algo mas tranquilo aunque su respiracion permanecia acelerada y su
cuerpo estaba manchado de sangre y sudor.
Cuando Astartea quitó la manta de su cuerpo sentía un pinchazo en su corazón. Las cicatrices
eran aun mas grandes y mas profundas.
Triste comenzó a lavar su cuerpo de la sangre, con mucho cuidado de no dañarle aun mas.
Cambió el paño que tenia en su frente y curó hasta la ultima de sus heridas. Al acabar volvió
a taparle y se sentó a su lado en una silla observando como su respiración iba controlandose
y como su rostro se mostraba mas relajado. Aparto con cuidado un mechon de su frente y
un extraño calor se expandío en su pecho. Devion era tan hermoso: sus ojos, los suaves
contornos de su rostro, sus finos y sonrosados labios...
Se sonrojó y recordó el beso y por primera vez pensaba que no podría ser tan equívoco la idea
de que los labios de aquella noche le pertenecieran a él.
Dulcemente los repasó con la punta de su dedo sintiendo la tibieza y suavidad antes de retirar
avergonzada la mano. Ahora no tenia tiempo de pensar en cosas tan poco importantes como
esas y para despejar su mente volvio a la cocina para refrescar el paño y ponerlo con frescura
nuevamente en su frente.
Al estar ya segura de que estaría mejor se fué a prepararle algo para comer e hizo una sopa de
verdura la cual subió a su cuarto. Devion se encontraba ya despierto cuando entró e intentaba
sentarse pero Astartea le detuvo.
-No deberias levantarte todavia.- Aún le temia un poco pero se asombró de que le huibiera
obedecido. Se sentó a su lado y poco a poco le daba cucharadas de la sopa hasta acabar.
Devion apartó la mirada.
-¿Qué te ha pasado?-
Astartea esperaba interesada pero en un primer instante la respuesta no venia.
-Solo te contestaré si en primer lugar tu me respondes a una pregunta.- dijo sin mirarla -¿Por
que me has ayudado?-
La joven jugaba algo nerviosa con sus dedos.
-Yo, yo no deseo que nadie sufra dolores. Yo podia ayudar y...queria ayudar...- No supo que
mas decir cuando él comenzo a hablar.
-Mi cuerpo no siempre resiste la soledad, la inmortalidad.- susurró aun con la vista apartada de
Astartea. -me lo merezco. Es mi castigo justo.-
-¿Tu castigo para qué? Nadie merece sufrir asi...-
La miró. Viendo en los ojos de la joven la preocupacion y el dolor que sentia por él y de repente
comenzó a sentir algo desconocido que solo habia sentido una vez antes. En la noche al
escuchar los llantos de ella y cuando habia ido a tranquilizarla, a besarla...
-He ignorado sentimientos ajenos- desvió su mirada al techo ignorando el aun leve dolor
palpitante de sus heridas -He jugado con los sentimientos de los demas y una de ellas, una
de las chicas que habia seducido, habia sido una bruja. Lo descubrí demasiado tarde. Es mi
castigo justo.-
Astartea le miraba, lagrimas habian descendido por sus mejillas, negando.
-Yo-Yo te ayudaré a escapar. Yo...yo no quiero que sigas sufriendo así por mas tiempo.-
Devion la miraba con cierta confusión. Él la habia tratado desde un princpipio con frialdad pero
en cambio ella le parecia comprender desde lo más profundo de su alma. Volvió a sentir calor
en su pecho y llevó su mano hacia ahí.

La joven al ver que habia llevado su mano al pecho pensaba que le dolia y quiso mirarlo pero
Devion extendio su brazo hacia el de ella, la cogió con cuidado por la muñeca y la atrajo hacia
él. Astartea entre sorpresa y nervios notaba que se acercaba a él y cerró los ojos al instante
temiendo que la dañara nuevamente, pero sintió sus labios sobre los de ella. La misma calidez
que habia sentido por la noche volvia a recorrerla, los mismos labios suaves volvieron a unirse
a los de ella. Los reconoció al instante y correspondió.
Devion la miro despues del beso y quedo callado. Astartea bajó la vista en silencio tambien,
sin saber que decir. Se levantó y recogio las cosas antes dedirigirse junto a la puerta.
-No te vayas, por favor.-
La chica se detuvo y con una sonrisa le miro. Ella no le dejaria solo, no podia hacerlo porque le
amaba.
-No me iré Devion.-
Volvio instantes despues a su habitación cuando él ya se encontraba dormido. Se sento a su
lado y tomo su mano con suavidad entre las suyas.
A la mañana siguiente Devion se desperto y encontro a Astartea sentada y dormida
profundamente sobre la silla, con su mano entre las suyas y con un rastro de ternura en su
rostro. Él no podia permitir que ella se quedara atrapada en este infiernom tenía que volver con
su familia. Se levantó en silencio, ingnorando el dolor y la cogió en brazos y caminó hacia la
puerta de entrada.
Miró hacia el paisaje del exterior y abrió las puertas con cuidado y a pesar de que él no podria
dar paso afuera, ella si podia volver. La recosto frente la puerta antes de cerrar esta de nuevo.
Astartea abrió los ojos al sentir la humedad de la hierba junto a su piel, justo en el instante en el
que el castillo desvanecá ante ella con Devion en su interior. Gritó y lloró mientras se levantaba
con rapidez al ver la exprecion de ternura en el rostro de su amado. Daba golpes contra los
cristales mientras le llamaba, suplicandole que la dejara entrar. De los ojos de Devion tambien
descendieron lagrimas mientras sus labios se movierons formando dos palabras que Astartea
no dudó en reconocer. “Te amo” y el castillo desvaneció.
Astartea quedó de rodillas en el suelo sin saber que deberia hacer ahora. Ella deseaba estar
con él y ya no tanto con sus padres. Con gran pesar volvia el camino al lago y encontró el
antes tan conocido entorno completamente diferente. Extrañada y temerosa comenzó a correr
a donde deberia estar su pueblo pero solo encontraba casetas vacias enterrados bajo ramas,
raíces y arbustos. Lo habia temido, con pasos temblantes volvió al lugar donde habia estado el
castillo. El tiempo en esta realidad había transcurrido con mucha mas rápidez y se encontraba
ahora en soledad.
Lloraba, pidiendo que Devion volviera pero no volvía. Miraba su alrededor y encontro en el
suelo un trozo de cristal perteneciente al castillo. Extendió su mano cogiendolo con cuidad,
acariciando su superficie suavemente y luego, sin vacilar ni un instante se lo incrustó en su
pecho. Un grito ahogado escapo de sus labios y al sentir el eterno sueño envolverla una
sonrisa adornó su rostro. Se desplomó y cerró sus ojos para siempre.
500 años mas tarde el castillo reapareció nuevamente y Devion recordaba con tristeza y
nostalgia aquel lugar. Se dirigió a la puerta de entrada y a sus afueras logro vislumbrar una
realidad que no quería aceptar. Un árbol cuya forma del tallo mostraba a la joven y a los pies
del tallo habia tirado un collar que reconoció enseguida.
Las lagrimas salieron con fuerza de él sin desear asumir lo que habia ocurrido. Abrió las
puertas sin pensar y salió afuera. Gritos de espantoso dolor desgarraron el silencio del bosque
mientras el se acercaba con pasos lentos al árbol y rodeó con sus brázos debilmente el cuerpo
tallado en la madera como su fuera márfil. Su propio organismo comenzaba a morir pero ya no
le importaba. Besó los labios de ella y cerró sus ojos en este enlace.
Una lágrima que Devion no llegó a ver descendió del ojo de la chica inmovil antes de que
ambos corazones, el de él y el de ella dentrl del árbol, dejaron de latir.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El Precio de la venganza(Rosario)

Me acuerdo de lo nerviosa que estaba ese día. ¡Y con razón lo estaba! Sabía perfectamente que el Sr.Alfredo Juárez Lynch era un hombre con mucho poder y si las cosas salían mal, de seguro sus amenazas terminarían por cumplirse.

Tenía una mezcla de sentimientos: un miedo que no me dejaba dormir y un ansia incontenible de venganza, o mejor dicho, justicia. Si bien era cierto que el haber limpiado, planchado y cocinado durante tantos años había despertado en mí cierto cariño por mi patrón, lo que pasó esa trágica mañana borró todo rastro de afecto.

En ese entonces, yo era una muchacha ingenua, llena de ilusiones y entusiasta que admiraba al gran hombre al que servía. Y es que el Sr. Juárez Lynch, debo reconocerlo incluso hoy, era un hombre muy trabajador, su vida entera giraba en torno a sus negocios vitivinícolas que lo tenían siempre de acá para allá, de Buenos Aires, para acá para San Rafael. Era un hombre amante de la lectura en sus ratos libres, respetado y que contaba con importantes contactos. Por eso, quizá nunca se había interesado en formar una familia. Por eso quizá –pensaba yo ingenuamente- me miraba a veces con ojos de padre.

Nunca me imaginé lo que pasaría esa mañana del 21 de septiembre. La casa estaba vacía y yo estaba limpiando el escritorio donde el patrón siempre leía sus novelas. En eso, escuché unos histéricos pasos que venían del pasillo. Antes de que alcanzara a darme vuelta para ver quién era, la llave de la puerta había dado dos vueltas. Era el Sr. Alfredo.

- Rosario, ¡Feliz primavera! – dijo el Sr. Alfredo extrañamente sonriente, dándome una bonita rosa.

- Se….Se…Señor Alfredo, ¡qué susto me hizo pegar! No lo esperaba a esta hora. Bueno, este…gracias por la rosa, pero…no tendría por qué haberse molestado. – dije, agachando la cabeza avergonzada.

- Vamos, Rosario…Con lo duro que trabajaste durante tanto tiempo, nunca te recompensé como te lo merecés. – dijo el patrón agarrando mi mano.

- ¡No diga eso Señor! Us…usted siempre ha sido generoso conmigo. – dije, temblorosa, intentando zafarme.

Pero el Sr. Alfredo apretó mi mano más fuerte. Su cara se transfiguró en cuestión de segundos. Tenía los ojos fijos, como un tigre acechando a una gacela y sonreía cínicamente. Ese hombre no estaba en sus cabales.

Desesperada, empecé a gritar, pero era inútil, no había un alma a esas horas. Él, ahora se mostraba muy tranquilo y hasta parecía disfrutar del espectáculo cada vez más, como si fuera espectador y no protagonista. Por último, se abalanzó sobre mí y me sometió.

Jamás volví a ser la muchacha ingenua que solía ser. Crecí de golpe. A partir de ese momento, desconfiaría de cualquier persona que se cruzara en mi camino y tendría un único propósito: vengarme para recuperar algo de la dignidad que perdí por ese mal nacido.

Esa misma tarde, empaqué entre histéricos llantos mis cosas y me marché de la casa. Me sentía totalmente vacía, miserable y, para peor, no sabía si Rubén, el muchacho con el que noviaba en ese entonces, me aceptaría como mujer después de lo que había pasado. Se abría un infierno de incertidumbre delante de mí y no creía poder soportarlo por mucho tiempo.

Recuerdo que pasé unos días en la casa que cuidaba mi novio, con sus padres y su abuela. Todos me trataban de maravillas, menos el propio Rubén. De a ratos, fingía que me quería, pero luego su mirada permanecía fija en un punto al azar. Se veía realmente triste y pensativo. Siempre que pasaba eso, lo abrazaba y lo cubría de besos; pero él me apartaba y escondía su cabeza entre sus manos. ¿En qué estaría pensando en ese momento? Mis ilusiones de ser o por lo menos intentar ser feliz junto a él, estaban cada vez más lejos. Y todo eso era por culpa de esa maldita mañana.

La semana siguiente, no recuerdo bien qué día, Rubén cebaba unos mates y conversábamos tranquilamente bajo un árbol. Entré a la casa a calentar más agua y en eso escuché dos caballos que se acercaban a todo galope. Me asomé a la ventana y observé cómo un paisano sujetaba a Rubén mientras otro lo golpeaba y le gritaba. Sólo alcancé a oír lo último que le dijo: “La próxima va en serio” mientras mi pobre muchacho se revolcaba en el piso de dolor. Los matones desaparecieron en un suspiro.

Rubén me explicaría más tarde que eran hombres mandados por Juárez Lynch y que planeaban matarlo si seguía conmigo. Tenía miedo y a partir de ese día comenzó a llevar una navaja en la cintura. Igualmente ambos supimos que teníamos que hacer algo, pero ¿qué podíamos hacer un pobre hijo de caseros como era Rubén y una muchacha débil como yo?

Fue entonces cuando empezamos a tener reuniones en el refugio, que antes de todo este asunto, usábamos con Rubén para desatar nuestra ferviente pasión. Era una cabaña que mi nueva familia nunca usaba porque estaba lejos de la casa, en el monte. Ahí planeamos durante semanas, cada paso que tendría que dar mi amado para ganarle de mano al siniestro Juárez Lynch, para eliminarlo por fin de nuestras vidas. Calculamos cada detalle, cada posible error y limitación en forma exhaustiva. Por supuesto que los no pocos años que había servido en casa de Lynch, hicieron las cosas más fáciles. Conocía cada habitación como la palma de mi mano, así como también los movimientos y los horarios. Debía entonces transmitirle mis -ahora preciados- conocimientos a mi Rubén.

Llegó finalmente nuestra última cita en la cabaña del monte. Ese día debíamos ensayar cada paso hasta el hartazgo. Cualquier error podía costarnos caro. Llegué primero a la cabaña, Raúl llegaría en cualquier momento. El corazón casi se me salía del pecho porque el día que tanto esperaba había llegado y faltaban apenas horas para que todo termine para bien o para mal. La angustia quizá no se iría del todo, pero por lo menos podría ser feliz junto al hombre que amaba. En realidad, a esta altura, no sabía si él lo haría para salvar su pellejo o en venganza por lo que Lynch me hizo. Probablemente, o al menos eso quería creer, era por ambas cosas. En eso, llegó Rubén, agitado como si hubiera corrido mucho. Tenía un corte profundo justo arriba del ojo y su cara estaba totalmente ensangrentada. ¡Pobre Rubén! Seguro los matones lo habían interceptado en el camino y le habían dado otra paliza por gusto. Conmovida, corrí a besarlo y a acariciarlo esmeradamente, en parte en agradecimiento a su infinito coraje y en parte también porque si las cosas no salían bien no volvería a verlo. Una vez más rechazó mis demostraciones. Su expresión era aguerrida y contundente.

- Repasemos todo por última vez – dijo mirando concentrado la secuencia escrita en el papel.

Mientras él leía, yo suavemente acariciaba su rostro aprovechando que estaba tan entretenido memorizando que no lo notaba.

Finalmente habíamos terminado el ensayo. El plan se pondría en marcha en apenas minutos. Estaba tan nerviosa, tan impaciente, que temblaba no sé si de miedo o de emoción. Llegó el momento indicado y corrí sola por la senda del norte sin mirar atrás. Esa fue la última vez que vi a Rubén.

Dicen las malas lenguas que nunca llegó a matar a Lynch, que se contentó con recibir un fajo de billetes y un trabajo fijo en Buenos Aires, con la condición de no volver a verme. Al fin y al cabo, resultó que el cobarde lo hacía por su pellejo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Al llanto y Suspiros de una dama

Cual parece al romper de la mañana
Aljófar blanco sobre frescas rosas,
O cual por manos hecha, artificiosas,
Bordadura de perlas sobre grana,

Tales de mi pastora soberana
Parecían las lágrimas hermosas
Sobre las dos mejillas milagrosas,
De quien mezcladas leche y sangre mana.

Lanzando a vueltas de su tierno llanto
Un ardiente suspiro de su pecho,
Tal que el más duro canto enterneciera,

Si enternecer bastara un duro canto,
Mirad qué habrá con un corazón hecho,
Que al llanto y al suspiro fue de cera.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

DIME(Vampiresa)

Dime si estas viendo el gran agujero que hay en mi alma.
Dime si puedes alejarme de tu mente.
Dime si ella te hace el amor como lo hacías conmigo.
Dime si te abriga con un abrazo para protegerte del frío.

Quisiera saber si sus besos son tan tiernos como los míos.
Si te susurra palabras bonitas al oído al despertar.
O si te da el beso de las buenas noches al acostarte.
Quisiera entender que tiene ella que no tenga yo.

Pero seguramente, ella no ha dejado todo por ti.
No seria capaz de dejar volar su corazón por ti.
No seria capaz de resignarse a vivir sin el sabor de tus besos.
Sin el calor de tu cuerpo, vivir eternamente con el deseo de sentirte otra vez.
Resignando su vida por verte feliz, en otros brazos, con otro cuerpo.

Se que te deje libre para que fueras feliz.
Fue la decisión más importante que tome en vida.
Resignar mi felicidad por la tuya.
Y me preguntan: ¿Sabes si es feliz? Y la verdad no lo se,
Pero jamás ha vuelto a mis brazos, eso me demuestra que ella supo hacerte muy feliz.

martes, 22 de noviembre de 2011

El Cuervo_E.A.Poe


Una vez, en una taciturna media noche,
mientras meditaba débil y fatigado,
sobre un curioso y extraño volumen
de sabiduría antigua,
mientras cabeceaba, soñoliento,
de repente algo sonó,
como el rumor de alguien llamando
suavemente a la puerta de mi habitación.
>> Es alguien que viene a visitarme - murmuré
y llama a la puerta de mi habitación.
Sólo eso, nada más. <<

Ah, recuerdo claramente
que era en el negro Diciembre.
Y que cada chispazo de los truenos hacía
danzar en el suelo su espectro.
Ardientemente deseaba la aurora;
vagamente me proponía extraer
de mis libros una distracción para mi tristeza,
para mi tristeza para mi Leonor perdida,
la rara y radiante joven
a quien los ángeles llamaban Leonor,
para quien, aquí, nunca más habrá nombre.

Y el incierto y triste crujir de la seda
de cada cortinaje de púrpura
me estremecía, me llenaba
de fantásticos temores nunca sentidos,
por lo que, a fin de calmar los latidos
de mi corazón, me embelesaba repitiendo:
>> Será un visitante que quiere entrar
y llama a la puerta de mi habitación.
Algún visitante retrasado que quiere entrar
y llama a la puerta de mi habitación.
Eso debe ser, y nada más <<.

De repente, mi alma, se revistió de fuerza;
y sin dudar más
dije:
>> Señor, o señora,
les pido en verdad perdón;
pero lo cierto es que me adormecí y
habéis llamado tan suavemente
y tan débilmente habéis llamado
a la puerta de mi habitación
que no estaba seguro de haberos oído <<.
Abrí la puerta.
Oscuridad y nada más.

Mirando a través de la sombra,
estuve mucho rato maravillado,
extrañado dudando, soñando más sueños que
ningún mortal se habría atrevido a soñar,
pero el silencio se rompió
y la quietud no hizo ninguna señal,
y la única palabra allí hablada fue
la palabra dicha en un susurro >>¡Leonor!<<.
Esto dije susurrando, y el eco respondió
en un murmullo la palabra >>¡Leonor!<<.
Simplemente esto y nada más.

Al entrar de nuevo en mi habitación,
toda mi alma abrasándose,
muy pronto de nuevo, oí una llamada
más fuerte que antes.
>> Seguramente -dije-, seguramente es
alguien en la persiana de mi ventana.
Déjame ver, entonces, lo que es,
y resolver este misterio;
que mi corazón se calme un momento
y averigüe este misterio.
¡ Es el viento y nada más.<<

Empujé la ventana hacia afuera,
cuando, con una gran agitación
y movimientos de alas
irrumpió un majestuoso cuervo
de los santos días de antaño.
No hizo ninguna reverencia;
no se paró ni dudó un momento;
pero, con una actitud de Lord o de Lady,
trepó sobre la puerta de mi habitación,
encima de un busto de Blas,
encima de la puerta de mi habitación.
Se posó y nada más.

Entonces aquel pájaro de ébano,
induciendo a sonreír mi triste ilusión
a causa de la grave y severa
solemnidad de su aspecto.
>> Aunque tu cresta sea lisa y rasa
-le dije-, tú no eres un cobarde <<.
Un torvo espectral y antiguo cuervo,
que errando llegas de la orilla de la noche.
Dime: >> ¿Cual es tu nombre señorial
en las orillas plutónicas de la noche?
El cuervo dijo: >> Nunca más <<.

Me maravillé al escuchar aquel desgarbado
volátil expresarse tan claramente,
aunque su respuesta tuviera
poco sentido y poca oportunidad;
porque hay que reconocer
que ningún humano o viviente
nunca se hubiera preciado de ver
un pájaro encima de la puerta de su habitación.
Con un nombre como >> Nunca más <<.

Pero el cuervo, sentado en solitario
en el plácido busto, sólo dijo
con aquellas palabras, como si con ellas
desparramara su alma.
No dijo entonces nada más,
no movió entonces ni una sola pluma.
Hasta que yo murmuré: >> Otros amigos
han volado ya antes <<.

En la madrugada me abandonará,
como antes mis esperanzas han volado.
Entonces el pájaro dijo: >> Nunca más <<.

Estremecido por la calma,
rota por una réplica tan bien dada,
dije: >> Sin duda <<.
Esto que ha dicho
es todo su fondo y su bagaje,
tomado de cualquier infeliz maestro
al que el impío desastre
siguió rápido y siguió más rápido
hasta que sus acciones fueron
un refrán único.

Hasta que los cánticos fúnebres
de su esperanza, llevaran la melancólica carga de
>> Nunca - nunca más <<.
Pero el cuervo, induciendo todavía
mi ilusión a sonreír,
me impulsó a empujar de súbito
una silla de cojines delante del pájaro,
del busto y la puerta;
entonces, sumergido en el terciopelo,
empecé yo mismo a encadenar
ilusión tras ilusión, pensando
en lo que aquel siniestro pájaro de antaño
quería decir al gemir >> Nunca más <<.

Me senté, ocupado en averiguarlo,
pero sin pronunciar una sílaba
frente al ave cuyos fieros ojos, ahora,
quemaban lo más profundo de mi pecho;
esto y más conjeturaba,
sentado con la cabeza reclinada cómodamente.
Tendido en los cojines de terciopelo
que reflejaban la luz de la lámpara.
Pero en cuyo terciopelo violeta,
reflejando la luz de la lámpara,
ella no se sentará ¡ ah, nunca más!

Entonces, creo, el aire se volvió
más denso, perfumado por un invisible incienso
brindado por serafines cuyas pisadas
sonaban en el alfombrado.
>> Miserable -grité-. Tu dios te ha permitido,
a través de estos ángeles te ha dado un descanso.
Descanso y olvido de las memorias de Leonor.
Bebe, oh bebe este buen filtro,
y olvida esa Leonor perdida.
El cuervo dijo: >> Nunca más <<.

>> Profeta -dije- ser maligno,
pájaro o demonio, siempre profeta,
si el tentador te ha enviado,
o la tempestad te ha empujado hacia estas costas,
desolado, aunque intrépido,
hacia esta desierta tierra encantada,
hacia esta casa tan frecuentada
por el honor. Dime la verdad, te lo imploro.

¿ Hay, hay bálsamo en Galad? ¡Dime,
dime, te lo ruego ! <<.
El cuervo dijo: >> Nunca más <<.

>> Profeta -dije-, ser maligno,
pájaro o demonio, siempre profeta,
por ese cielo que se cierne sobre nosotros,
por ese dios que ambos adoramos,
dile a esta pobre alma cargada
de angustia, si en el lejano Edén
podré abrazar a una joven santificada
a quien los ángeles llaman Leonor,
abrazar a una preciosa y radiante
doncella a quien los ángeles llaman Leonor <<.
El cuervo dijo: >> Nunca más <<.

>> Que esta palabra sea la señal de nuestra separación,
pájaro o demonio - grité
incorporándome.
¡ Vuelve a la tempestad
y la ribera plutoniana de la noche!
No dejes ni una pluma negra como prenda
de la mentira que ha dicho tu alma.
¡ Deja intacta mi soledad!
¡ Aparta tu busto de mi puerta!
¡ Aparta tu pico de mi corazón,
aleja tu forma de mi puerta! <<.
El cuervo dijo: >> Nunca más <<.

Y el cuervo sin revolotear, todavía posado,
todavía posado,
en el pálido busto de Palas
encima de la puerta de mi habitación,
sus ojos teniendo todo el parecido
del demonio en que está soñando,
y la luz de la lámpara que le cae encima,
proyecta en el suelo su sombra.
Y mi alma, de la sombra que yace flotando
en el suelo no se levantará...
¡ Nunca más !

viernes, 18 de noviembre de 2011

Por amor se hace cualquier cosa

Es difícil encontrar el amor y también es difícil encontrar a la persona adecuada para darle tu amor y cuando encuentras ambas cosas das todo por mantenerlo a tu lado, porque si lo dejas escapar sabes que no conseguiras volverlo a encontrar. Porque puedes encontrar a la persona adecuada para querer o a una persona a la que quieras, pero el amor va más haya de todo eso. Y esque lo prohibido se hace más divertido, porque para encontrar algo que merezca la pena de verdad tienes que luchar por ello no sentarte a esperar que te lo den echo.. porque si no luchas no ganas.

Y yo por ti luchare lo que haga falta, porque tú eres el amor de mi vida y jamás dejare que ningun obstaculo se interponga entre nosotros. Y me da igual que el mundo este en contra de este amor, porque yo desafío al mundo porque se que lo que siento por ti jamás lo volveré a encontrar en nadie más.

jueves, 17 de noviembre de 2011

La maleta de los sueños


Cargo una maleta con mis sueños que cada día se va llenando más aunque hay otros en los que se vacía, van entrando sueños y saliendo logros.

Viajando por el mundo vamos intentando recorrer los caminos que anhelamos, queremos que al llegar a cualquier lugar se abran las puertas de manera ipso facta como si cargáramos una cierta magia, pero el mundo no está hecho de abracadabras, ni poderes especiales, el mejor poder que podemos poseer es el de saber reconocer posibles oportunidades y aprovecharlas al máximo, en pocas palabras debemos ser inteligentes y saber escoger muy bien nuestras batallas.

A veces la puerta principal estará cerrada y tocara buscar ventanas, esperando que por lo menos alguna tenga una pequeña abertura y poder colarnos cual claro de luz que entra en la mañana, ya se ahora estarás pensando cómo rayos podemos entrar por una pequeña rendija con una inmensa maleta pero encontrar la solución enmarcados en la vida real ya depende de cada quien.

martes, 15 de noviembre de 2011

PERSONALIDAD... te hecho de menos.

La verdad, da pena salir a la calle y ver a la gente vistiendo igual, peinada igual, calzada igual, haciendo las mismas estupideces. Parece que el concepto PERSONALIDAD para la mayoría de las personas haya desaparecido, la gente últimamente solo son copias baratas de los más famosos, ahora una pregunta si la moda fuera llevar un salmón en la cabeza, unas sandias a modo de zapatos o simplemente dejar de usar el teléfono ¿tu lo harías solo por que la gente lo hace, te sentirías mejor haciéndolo?

La gente nace original y muere copia, ya sea porque se siente importante siendo como los demás, por miedo a destacar, o únicamente por el miedo al "¿Y que dirán?".
Seguro que cualquier persona que sacara a flote su personalidad triunfaría más en la vida o en cualquier cosa que se planteara hacer, triunfaría, si puede ser que destacara sobre el resto pero aun así cuando una persona es ella misma y no se deja llevar por la moda, es una persona mucho muchísimo mas valiosa.

PD: Te echo de menos PERSONALIDAD.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Cuando te enamoras..

En 1924 un médico llamado François Boisent enumeró, una a una, todas las anomalías físicas y mentales que se producen cuando una persona se enamora.
Al principio, afirmaba Boisent, el enamoramiento tiene numerosas similitudes con procesos gripales: estado febril, dilatación de pupilas, palpitaciones, sudoración, temperatura alta y disminución del pensamiento periférico.
El mal de amores cursa los primeros días como un catarro, pero a lo bestia, hasta que el paciente se habitúa a la ausencia de la persona amada.
Después los síntomas, en vez de remitir como sucede en los procesos gripales, se multiplican; el enamorado pierde el apetito, pasa las noches en vela con gran ansiedad y se entrega al aislamiento y la soledad.
Y aunque el paciente sabe lo que le está pasando, no hay antibiótico ni antigripal que le alivie; la vida sin la persona amada se convierte entonces en un infierno.
En función del organismo afectado, su periodo de recuperación puede ser de unos días o convertirse en una enfermedad crónica... Un desasosiego para toda la vida.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Claro de luna


Abrirá la flor de par en par
sus carnosos pétalos de rosa
y quedará desnuda el alma.




Sonarán melodiosos trinos
de ruiseñores enamorados
en lo más recóndito del bosque.




El ginete cabalgará la grupa
del corcél que se desboca,
en un voluptuoso sendero.




Flotarán etéreas mariposas,
de bellas libreas engalanadas,
liberando su energía contenida.




La enhiesta lanza del deseo
reposará del ardor de la batalla
en acogedoras y húmedas entrañas.




Volarán los sueños del ayer
por hermosos mundos siderales
dando a luz un hogar a la utopía.




La blanca sal de las olas del mar
bullirá de forma silenciosa
cuando llegue a mojar la playa.




Las nubes escribirán de algodón
tu nombre, adornándolo de azul
y las estrellas le darán su titilar.




El deseo seguirá brillando
en los ojos del humilde poeta
que descansa junto a ti en el lecho.




Tal vez nos contemple la luna llena
y en una noche tranquíla y cálida,
nuestra dicha se convierta en eterna.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Y siempre igual

Y siempre igual; con sus luces mortecinas.
Un cigarrillo y café para esperar.
Ruido de dados, palabras con sordina.
Y una esperanza rodando en el billar.
Es siempre igual, todos los sueños sentados.
Sed de llegar, sed del que no pudo ser...
Y siempre igual, el teléfono ocupado.
Express... marche un cortado
oh, Mozo... ¿Cuánto es?

Espera, que se acodó en la mesa,
con triunfos que tardan en llegar.
Fracaso, que pinta una cabeza
con canas, así no sueña más.
Pitada, con pretensión de beso...
recuerdos con nombre de mujer.
Poeta, yo también hice un verso.
¡El verso que nunca le diré!

Vuelvo al café, ya no soy aquel que era;
tal vez los años, cansancio, o qué se yo.
Vuelvo al café y en su mesa de madera
no ha de emprender nuevos viajes mi ilusión.
Y es siempre igual; todos los sueños sentados.
Un nuevo autor que anda en busca del laurel,
y siempre igual; el teléfono ocupado.
Express... ¡marche un cortado!
Y Mozo... ¿Cuánto es?

martes, 8 de noviembre de 2011

Tus ojos (CDV)


Los ojos entreabiertos.
Un mar de abanicos furiosos.
Sus pestañas,
aletean suavemente.
Me mira.

Tiemblo.

Roble que sacude el viento.
Miedo.

De un mirar que penetra,
que ahonda dentro.
Sus manos.
bordeando mi cintura,
dibujando caracolas.
Caricias de guitarra melodiosa.
Boca.
Que incita invita .
A esta mi sed de agua milagrosa.
Guerra entre lenguas boca con boca.
Me rindo a tu dulce derrota

domingo, 6 de noviembre de 2011

Aquellas pequeñas cosas

Reírse sin motivo alguno,recordando momentos divertidos....
Tener a alguien que te da felicidad..
Escuchar de manera casual a alguien decir algo bonito sobre tí..
Despertarte en medio de la noche y darte cuenta de que aún te quedan algunas horas para dormir.
Conocer nuevos amigos o pasar un poco de tiempo con los viejos..
Un helado granizado triple copa..
Tener un lindo sueño y abrazar la almohada..
Una taza de chocolate caliente en un día frío.
Los viajes en auto con la familia..
Subirte a una hamaca..
Preparar los regalos debajo del árbol de Navidad comiendo galletas y bebiendo un vaso de leche.
Cruzar la mirada con una chica desconocida..
Ver las sonrisas y oír las risas de tus seres queridos..
Agarrarte de la mano con alguien a quien quieras..
Encontrarte por la calle un viejo amigo y descubrir que algunas cosas (buenas o malas) no cambian nunca..
Hacer un regalo a un amigo y luego observar la expresión de su rostro mientras abre el paquete y descubre que contiene el regalo que tanto deseaba..
Mirar el amanecer o el atardecer con nostalgia..
Que te bese esa persona en la que no dejabas de pensar..
Saber que amas y eres amado..
Cerrar los ojos y sentir el beso de tu pareja...
Sentir el olor que desprende la lluvia una calurosa tarde de octubre..
Hacer bien a los más necesitados, compartir lo que tienes..
Comprarte un libro nuevo,y empezar a leerlo emocionado ,dejando que vuele tu imaginacion..
Pasear en una tarde de otoño, con las hojas cayendo de los árboles..
La sonrisa de un niño pequeñito que busca la mirada de alguien que le corresponda con un "hola"..
El agradecimiento de una persona mayor porque le has escuchado un rato, le has hecho sentir por un momento que esta viva..
Con los ojos abiertos mirar al cielo y ver como el viento mueve a su antojo las nubes formando éstas formas y figuras abiertas a nuestra imaginación..
Disfrutar el presente, sin pensar en pasado ni futuro, con esa persona o situación que te haga sentir bien.
Una "locura" inesperada..como regalar abrazos o un beso en la mejilla a alguien que no conoces..
Tropezar una, dos, y mil veces, y que siempre haya un amigo que te ayude a levantarte..
No haber dormido nada, llevar unas ojeras hasta los pies, no haber sido capaz de dominar ni un solo pelo....
Cantar un tema,y emocionarme hasta las lagrimas..
Ver caminar a una pareja de abuelitos agarrados de la mano..
Que mis padres se sientan orgullosos de mi..
Sentir la lluvia caer sobre mi y mirar al cielo con los ojos cerrados..
Esforzarme por hacer feliz a los demas y conseguirlo..
Tirarle migas de pan a las palomas,y no darme cuenta que en algun momento me veo rodeado de ellas..
Bueno..si me pongo a escribir todas las pequeñas cosas de mi corta vida,no terminare nunca..pero estas y muchas otras cosas mas,son las que le dan sentido y me hacen PLENAMENTE FELIZ..Y ESPERO ENCONTRAR MUCHAS NUEVAS PEQUEÑAS COSITAS..

viernes, 4 de noviembre de 2011

Que es la amistad?

La amistad es el arte de olvidarse por completo de uno mismo,
de todos los deseos y las necesidades egoístas,
para llegar a conocer la personalidad y el carácter de otro.
La amistad es aprender a aceptar a una persona,
no por lo que es exteriormente,
sino por lo que revela desde adentro.
Es fortalecerse con las cualidades encontradas en el otro y las experiencias mutuamente compartidas.
La amistad es aprender y llegar a preocuparse por una persona hasta el
punto de sufrir cuando ella sufre y de sentir su alegría cuando
llega.
Es amar sin exigir, dar sin pedir, escuchar sin juzgar.
Es estar siempre allí dispuesto a ayudar.
La amistad es estar dispuesto a dar sin pensar en recibir nada a
cambio, a prestar tu apoyo cuando el otro está débil, a darle tu sonrisa cuando él ha perdido la suya.
La amistad es la fusión de dos almas individuales para formar un espíritu completo, con un lazo común de amor y abnegación. Es superar juntos los problemas y las diferencias, es discutir sin dejar de amar.
La amistad es pensar en el otro antes que en sí mismo, es dejar de
lado el egoísmo. Es comprender, es perdonar, es olvidar ya veces, es recordar.

PRO Vida

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