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domingo, 11 de diciembre de 2011

El Príncipe del Palacio de Cristal

Un pueblo en el mundo que era tan pequeño que no aparecia en ningun mapa existente.
En ese pueblo vivian pocas personas y una de ellas era Astartea. Una joven chica que vivia
con sus padres y trabajaba en los labores del campo desde las tempranas horas del dia. Iba a
buscar agua al rio, a recoger el poco ganado de ovejas que tenian, moler el trigo, etc.
La primera comida que tendra sera al mediodia cuando el sol estaba demasiado alto como para
poder trabajar, pero a ella le gustaba. No le importaba trabajar junto a sus padres.
Por los atardeceres era cuando tenia unas pocas horas de tiempo libre para ella sola que las
aprovechaba para ir a pasear o ir al lago del bosque que solo ella conocia para ir a dibujar. Hoy
se decidio por lo segundo y despues de llevar la leche a la granja vecina cogio sus utencilios de
dibujo y emprendio su camino.
Atravesaba algun que otro sendero y el campo de trigo antes de adentrarse en un bosque
cercano. Escuchaba el agradable silencio y los suaves sonidos del crujir de las ramas y algun
que otro sonido de los animales.
Se abrio paso atravez de unas hierbas y arbustos hasta llegar al lago cuyas aguas eran
cristalinas a pesar de no ser muy grande. Estaba rodeado de arboles y solo Astartea conocia
el camino. Se sento en un pequeño sitio despejado y extendio la manta cerca de la orilla. Se
sento y abrio el blog en donde en la hoja ya se vislumbraban algunos bocetos bases del lugar;
cogio el lapiz y siguió en donde lo habia dejado.Primero por el lago, las plantas...
Mientras su mano se movia sobre el papel se evadia, se relajaba y se encontraba en una
especie de ensueño.
Comenzo luego por el fondo al terminar el primer plano y ahi vio un brillo. Miró mejor ya que no
estaba segura de lo que veia pero volvio a aparecer. Entre las hojas un brillo en el que no se
habia fijado antes.
Se levanto y arreglo su falda antes de dar unos pasos indecisos a esa direccion. Miro el sol y
calculo que aun tenia tiempo suficiente antes del anochecer. Dejo sus cosas donde estaban
y emprendio el cmaino hacia el brillo. No conocia los alrededores pero tenia la seguridad de
no perderse por lo cual se adentro poco a poco. Cuando, atravez del espeso lugar lleno de
arboles, arbustos y demas, logro salir quedo maravillada por lo que veia. Ante ella se levantaba
un gigantesco castillo con fachada y decoracion antigua y las paredes no eran de piedras,
no de ladrillos ni de ramas. Todo era de cristal tan puro como el aire mismo. En un instante
Astartea recorria los alrededores mirandolo todo con su rostro en mezcla de asombro, maravilla
y curiosidad.

Se acerco a lo que aparentaba ser la entrada y probo si lograba entrar y dehecho lo consiguio.
La puerta se abrio y Astartea entro con cuidado.
-¿¡Hay alguien!?- llamó unas cuantas veces pero la unica respuesta era su propio eco. Suspiró
y volvio a la puerta la cual por su espanto no se abria. Seguia intentandolo, pensando que
unicamente se habia atascado.
-No podras salir.-
Una voz resono a su espalda.-
Astartea, con cierto temor, incomodidad y malestar no se atrevia a darse la vuelta. Temblaba
ya que tenia la certeza de que algun problema le vendria encima si la confundieran con una
ladrona. Volvio poco a poco encontrar su voz y se disculpaba aun sin mirar. Contando de su
curiosidad y su problema de no poder volver a salir.
Miraba con firmeza la pared de cristal en el que vio el reflejo de la persona que se encontraba
detras de ella. Se asombro que tenia mas o menos su misma edad. Era unos centimentros mas
alto que ella y un pelo rubio y largo recogido en una trenza que caia por su hombro izquierdo.
Un lazo azul lo mantenia unido. Los ojos eran de colo jade y mostraban cierta frialdad al igual
que su rostro completo. Otra cosa que resaltaban eran sus oidos, puntiagudos y ligeramente
alargados.
-¿Que haces aqui dentro?¿Quien eres?-
Al final Astartea dejo de mirarle y se gira hacia el y con temor repite lo susurrado anteriormente.
-¡No me importan tus razones, Astartea!- la voz resonaba tan fria como su apariencia. -Pero no
te metas en mi camino, no quiero verte por aqui.-
Y siguio su camino sin explicar nada a la joven chica quien andaba perdida en el gran hall
de entrada. Dejo de intentar abrir la puerta y comenzo a mirar a su alrededor y a medida que
avanzaba podia notar las grandes dimenciones de la casa. En el pasillo del piso superior logro
ver una placa en la pared en la cual decia:
"Maldito este castillo junto al principe
maldito aquel quien ose acompañarle
y que viva sin fijo lugar por toda la eternidad"
Al terminar de leer el texto se arrodillo, riendo y al tiempo llorando. Esto, lo que ocurria no podia
ser algo real. Era imposible, ella no podia permanecer eternamente en este castillo ni tener que
ver a esa desagradable persona cuyo nombre aun no conocia. Se levanto y comenzo a mirar
por las habitaciones, secandose las lagrimas.
Le agrado una que le parecia reconfortable y decidio quedarse con ella mientras tendria que
permanecer aqui. Luego bajo las escaleras y sentia como le rugia el estomago. Era la hora
de comer y tenia hambre pero no sabia por donde ir ni a quien preguntar. En este entonces el
desconocido se asomo por una de las habitaciones del pasillo inferior.
-El comedor es aqui.-
Astartea queria darle las gracias mientras entraba en el comedor , pero al verle en una esquina,
apartado decidio no decir nada. En otra mesa habia un segundo plato y se sento ahi y comio.
Nunca antes habia probado semejante cosa. Era deliciosa.
-¿Como te llamas?- Intentaba comenzar un dialogo para conocer al misterioso joven. Esta la
miro y recogio su plato.
-Devion-
Desaparecio instantes despues y Astartea decide ir a buscarle, llamandole por su nombre por
toda la casa.
Paso asi casi un cuarto de hora hasta que este aparecio furioso con la voz mas fria que antes y
la golpeo contra la pared con una fuerza inmensa.
-¡He dicho que no me molestes!- su voz era alta y profunda -¡Cállate de una maldita vez!-
Se aparto y desaparecio detras de una de las puertas.
Astartea tosio varias veces al tiempo que se desplomo en el suelo, de rodillas, por el susto y el
dolor. Temblaba y unas cuantas lagrimas llenaban sus ojos mientras se levantaba y volvia a la
habitacion que le habia gustado antes. Cerró la puerta detras de ella y cuando se iba a recostar
en la cama encontro tres rosas rojas. Estaba sorprendida. De Devion no podian ser por lo cual
se pregunto si habia una tercera persona en este extraño lugar. Decidio que investigaria al
dia siguiente ya que ahora solo deseaba dormir. Dejo las rosas en un jarron y se acosto en
el agradable colchon y a causa del cansancio no tardo en caer dormida. En sueños veia a su
familia y soñaba que encerrada en ese castillo no volveria a verlos jamas. Sollozo en sueños y
se sentia sola y perdida.
Sintió a continuacion un repentino pero agradable calor en su interior y unos labios sobre los
de ella quienes susurraban su nombre con delicadeza mientras la acariciaba por el pelo con
intentos de apartar sus pesadillas.
No sabia si se encontraba soñando o despierta, pero desperto al sentir los tiernos labios de
nuevo. Solo conseguia ver una silueta en la oscuridad la cual se alejo al instante que habia
notado que habia abierto los ojos. Se seco las lagrimas y encendio las luces pero ya no habia
nadie, solo una rosa al lado de su almohada.

Se levantó de la cama y se descalza salió al oscuro pasillo, sintiendo apenas el frio suelo
cristalino bajo sus pies. Miró a ambos lados y al fijarse mejor logra ver una silueta a pocos
metros de ella y que la observaba, con cuidado se acercó un paso.
-¿Quién eres?-
La silueta le giró la espalda y se desvaneció entre las sombras. Astartea estiró la mano pero
en vano, el desconocido no se detuvo.
Suspirando pero con un extraño pero agradable bienestar volvió a acostarse y no volvió
a despertarse hasta la mañana siguiente, cuando alguien había tocado en su puerta para
despertarla.
Se levantó y se refrescó el rostro en el baño contiguo a la habitación antes de ir al comedor.
Devion ya se encontraba en él y tenia en esta ocasión el pelo abierto y como de costumbre se
sentaba lejos del plato de la chica.
Esta se sentó y en silencio comenzó a comer pero cuando acabó preguntó:
-¿Hay alguien más aqui aparte de nosotros?-
Le miro con expresión interrogante y esperó una respuesta que no venia. devion se levantó
y se fue, en su acostumbrado silencio. Pero esta vez Astartea le seguia, aunque a cierta
distancia recordando su reaccion el dia anterior y manteniendo esta distancia volvió a
preguntar:
-¿Por qué no me respondes?-
Le miró y este le devolvio la mirada con la gelidez de siempre . Instintivamente, Astartea, dió
un paso atras antes de volver corriendo a su cuarto. Estaba enfadada por el hecho de no lograr
encontrar la persona a quien le pertenecian los labios de la noche. Suspiró y caminó por toda la
habitacion, buscando una solución que no le queria venir a la cabeza.
Más tarde intentó nuevamente abrir la puerta de la salida pero era imposible, no se movia ni un
centimetro.
Aburrida decidió buscar a Devion y observar como se pasaba él el tiempo del día. Le encontró
sentado en uno de los sofás de la biblioteca con un libro entre sus manos. Se sentó algo mas
apartada y contemplaba como se comportaba, luego seguía por la casa y Astartea siempre se
encontraba detras de el, con prudente distancia, a escondidas. Al ver a Devion en diferentes
actividades, algunas sin duda extrañas, se preguntaba que tipo de ser era él.
Cuando se iba acercando la hora del almuerzo el jóven desapareció en la cocina y en el rostro
de Astartea apareció una leve mueca de asombro. Las comidas deliciosas de todos los dias las
preparaba él. Estaba maravillada y cogió algo de valor, entró en la cocina en donde el hermoso
cocinero se había recogido el pelo para estar mas cómodo. Se quedó quieto al verla, pero no
dijo nada. La voz tímida de la chica interrumpio el silencio.
-¿Te...puedo ayudar?-
Por la sorpresa de ella, él asintió. Le señaló en donde se encontraban las cosas y que era lo
que tenia que hacer, parecia que por un tiempo era otra persona completamente diferente y no
el habitual bloque de hielo con dos piernas.
Se estaba comenzando a preguntar si por casualidad tenia un hermano gemelo pero no se
atrevió a preguntar, al igual que no se atrevia a preguntar si por alguna remota casualidad
habia sido el quien la habia besado.
Cuando se sentaron para comer se fijó en sus labios y no veia muy real que el la pudiera
haber besado. Aunque eso sí, tenía que aceptar que a pesar de su frialdad era hermoso, muy
hermoso.
La comida tenia un sabor delicioso como siempre y cuando levantó la vista del plato para
fecilitarle ya no estaba. No se habia percatado de su ida, suspirando recogió con rapidez sus
cosas antes de correr a donde se encontraba el cuarto de Devion.
Con cuidado entreabrió la puerta para ver a su interior y se horrorizó ante la imagen que se le
mostraba.
Devion se encontraba revolcando y enocgiendo sobre la cama al tiempo que salian de él
gritos desgarradores. Su rostro mostraba la mas profunda de las agonias y dolor, el cuerpo se
encontraba llenos de arrañazos nuevos y antiguos, causados por el mismo en aquella especie
de locura.
Se adentró un paso, sintiendo pena, tristeza y dolor. al verle asi se olvidaba completamente de
su frialdad y solo pensaba en ayudarle.
-De-vion- susurraba mientras entraba. El chico se giró su vista hacia ella pero la ignoraba,
girtandole con voz aguda.-
-¡Vete de aqui!- dolor acompañaban sus palabras.
La chica se negó, no queria irse. Deseaba ayudarle e intentaba recordar las recetas
medicinales de su madre. Fue corriendo a buscar agua fría, un paño y comenzó a arrancar tiras
de tela de su traje. Se sentó a su lado e intento tranquilizarle con cantos en susurro al tiempo
que apretaba el paño bañada en agua fresca en su frente. Con los trozos de tela comenzo a
envendar sus heridas poco a poco.
Devion se encontraba ya algo mas tranquilo aunque su respiracion permanecia acelerada y su
cuerpo estaba manchado de sangre y sudor.
Cuando Astartea quitó la manta de su cuerpo sentía un pinchazo en su corazón. Las cicatrices
eran aun mas grandes y mas profundas.
Triste comenzó a lavar su cuerpo de la sangre, con mucho cuidado de no dañarle aun mas.
Cambió el paño que tenia en su frente y curó hasta la ultima de sus heridas. Al acabar volvió
a taparle y se sentó a su lado en una silla observando como su respiración iba controlandose
y como su rostro se mostraba mas relajado. Aparto con cuidado un mechon de su frente y
un extraño calor se expandío en su pecho. Devion era tan hermoso: sus ojos, los suaves
contornos de su rostro, sus finos y sonrosados labios...
Se sonrojó y recordó el beso y por primera vez pensaba que no podría ser tan equívoco la idea
de que los labios de aquella noche le pertenecieran a él.
Dulcemente los repasó con la punta de su dedo sintiendo la tibieza y suavidad antes de retirar
avergonzada la mano. Ahora no tenia tiempo de pensar en cosas tan poco importantes como
esas y para despejar su mente volvio a la cocina para refrescar el paño y ponerlo con frescura
nuevamente en su frente.
Al estar ya segura de que estaría mejor se fué a prepararle algo para comer e hizo una sopa de
verdura la cual subió a su cuarto. Devion se encontraba ya despierto cuando entró e intentaba
sentarse pero Astartea le detuvo.
-No deberias levantarte todavia.- Aún le temia un poco pero se asombró de que le huibiera
obedecido. Se sentó a su lado y poco a poco le daba cucharadas de la sopa hasta acabar.
Devion apartó la mirada.
-¿Qué te ha pasado?-
Astartea esperaba interesada pero en un primer instante la respuesta no venia.
-Solo te contestaré si en primer lugar tu me respondes a una pregunta.- dijo sin mirarla -¿Por
que me has ayudado?-
La joven jugaba algo nerviosa con sus dedos.
-Yo, yo no deseo que nadie sufra dolores. Yo podia ayudar y...queria ayudar...- No supo que
mas decir cuando él comenzo a hablar.
-Mi cuerpo no siempre resiste la soledad, la inmortalidad.- susurró aun con la vista apartada de
Astartea. -me lo merezco. Es mi castigo justo.-
-¿Tu castigo para qué? Nadie merece sufrir asi...-
La miró. Viendo en los ojos de la joven la preocupacion y el dolor que sentia por él y de repente
comenzó a sentir algo desconocido que solo habia sentido una vez antes. En la noche al
escuchar los llantos de ella y cuando habia ido a tranquilizarla, a besarla...
-He ignorado sentimientos ajenos- desvió su mirada al techo ignorando el aun leve dolor
palpitante de sus heridas -He jugado con los sentimientos de los demas y una de ellas, una
de las chicas que habia seducido, habia sido una bruja. Lo descubrí demasiado tarde. Es mi
castigo justo.-
Astartea le miraba, lagrimas habian descendido por sus mejillas, negando.
-Yo-Yo te ayudaré a escapar. Yo...yo no quiero que sigas sufriendo así por mas tiempo.-
Devion la miraba con cierta confusión. Él la habia tratado desde un princpipio con frialdad pero
en cambio ella le parecia comprender desde lo más profundo de su alma. Volvió a sentir calor
en su pecho y llevó su mano hacia ahí.

La joven al ver que habia llevado su mano al pecho pensaba que le dolia y quiso mirarlo pero
Devion extendio su brazo hacia el de ella, la cogió con cuidado por la muñeca y la atrajo hacia
él. Astartea entre sorpresa y nervios notaba que se acercaba a él y cerró los ojos al instante
temiendo que la dañara nuevamente, pero sintió sus labios sobre los de ella. La misma calidez
que habia sentido por la noche volvia a recorrerla, los mismos labios suaves volvieron a unirse
a los de ella. Los reconoció al instante y correspondió.
Devion la miro despues del beso y quedo callado. Astartea bajó la vista en silencio tambien,
sin saber que decir. Se levantó y recogio las cosas antes dedirigirse junto a la puerta.
-No te vayas, por favor.-
La chica se detuvo y con una sonrisa le miro. Ella no le dejaria solo, no podia hacerlo porque le
amaba.
-No me iré Devion.-
Volvio instantes despues a su habitación cuando él ya se encontraba dormido. Se sento a su
lado y tomo su mano con suavidad entre las suyas.
A la mañana siguiente Devion se desperto y encontro a Astartea sentada y dormida
profundamente sobre la silla, con su mano entre las suyas y con un rastro de ternura en su
rostro. Él no podia permitir que ella se quedara atrapada en este infiernom tenía que volver con
su familia. Se levantó en silencio, ingnorando el dolor y la cogió en brazos y caminó hacia la
puerta de entrada.
Miró hacia el paisaje del exterior y abrió las puertas con cuidado y a pesar de que él no podria
dar paso afuera, ella si podia volver. La recosto frente la puerta antes de cerrar esta de nuevo.
Astartea abrió los ojos al sentir la humedad de la hierba junto a su piel, justo en el instante en el
que el castillo desvanecá ante ella con Devion en su interior. Gritó y lloró mientras se levantaba
con rapidez al ver la exprecion de ternura en el rostro de su amado. Daba golpes contra los
cristales mientras le llamaba, suplicandole que la dejara entrar. De los ojos de Devion tambien
descendieron lagrimas mientras sus labios se movierons formando dos palabras que Astartea
no dudó en reconocer. “Te amo” y el castillo desvaneció.
Astartea quedó de rodillas en el suelo sin saber que deberia hacer ahora. Ella deseaba estar
con él y ya no tanto con sus padres. Con gran pesar volvia el camino al lago y encontró el
antes tan conocido entorno completamente diferente. Extrañada y temerosa comenzó a correr
a donde deberia estar su pueblo pero solo encontraba casetas vacias enterrados bajo ramas,
raíces y arbustos. Lo habia temido, con pasos temblantes volvió al lugar donde habia estado el
castillo. El tiempo en esta realidad había transcurrido con mucha mas rápidez y se encontraba
ahora en soledad.
Lloraba, pidiendo que Devion volviera pero no volvía. Miraba su alrededor y encontro en el
suelo un trozo de cristal perteneciente al castillo. Extendió su mano cogiendolo con cuidad,
acariciando su superficie suavemente y luego, sin vacilar ni un instante se lo incrustó en su
pecho. Un grito ahogado escapo de sus labios y al sentir el eterno sueño envolverla una
sonrisa adornó su rostro. Se desplomó y cerró sus ojos para siempre.
500 años mas tarde el castillo reapareció nuevamente y Devion recordaba con tristeza y
nostalgia aquel lugar. Se dirigió a la puerta de entrada y a sus afueras logro vislumbrar una
realidad que no quería aceptar. Un árbol cuya forma del tallo mostraba a la joven y a los pies
del tallo habia tirado un collar que reconoció enseguida.
Las lagrimas salieron con fuerza de él sin desear asumir lo que habia ocurrido. Abrió las
puertas sin pensar y salió afuera. Gritos de espantoso dolor desgarraron el silencio del bosque
mientras el se acercaba con pasos lentos al árbol y rodeó con sus brázos debilmente el cuerpo
tallado en la madera como su fuera márfil. Su propio organismo comenzaba a morir pero ya no
le importaba. Besó los labios de ella y cerró sus ojos en este enlace.
Una lágrima que Devion no llegó a ver descendió del ojo de la chica inmovil antes de que
ambos corazones, el de él y el de ella dentrl del árbol, dejaron de latir.

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