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domingo, 26 de agosto de 2012

SOY ESCRITOR, ESTOY LOCO!!!

Hay demasiados ejemplos de autores tratados, diagnosticados, recluidos, para que la relación entre locura y literatura sea casual. Es curioso cómo en muchas culturas el loco es un individuo inspirado, privilegiado, capaz de percibir y de decir lo que otros no captan, y siempre se ha buscado una conexión entre la locura y el arte. El artista, con su trabajo, tiende a crearse un mundo interior que le aleja de la realidad, y si ese proceso no se devuelve al mundo real en forma de producto artístico, se corre el riesgo de quedar encerrado en ese mundo imaginario. En cierta manera, podría decirse que la creación artística libera de la propia locura.


¿Hay en la genialidad un punto de germen de locura? ¿Se explora más y mejor en la creatividad humana con un cerebro trastornado o alterado? Si alguien es capaz de contestar sin dudas a estas preguntas, concluya aquí la lectura de esta nota y dedíquese a pensar en ello unos minutos e ilumíneme porque yo confieso que sería incapaz de hacerlo.

La lista de escritores con algún tipo de afectación de lo que ordinariamente llamábamos "locura" en sus diversos grados, es enorme. Algunos de ellos, verdaderamente diagnosticados de uno u otro tipo de trastorno; otros alimentando popularmente una supuesta leyenda que se va trasmitiendo durante generaciones hasta hacerse cuasiverdad; y otros con imaginarios trastornos directamente inventados por los autores, sus editores malintencionados o sus representantes comerciales.


¿Hubiera sido Balzac más sutil, Poe más opresivo o Proust más amante de las magdalenas de haber poseído menos germen de locura? ¿Y Joyce menos complejo, Cortázar menos cronopio o Keats menos fantasmagórico y envolvente de haber poseído más de ese traído y llevado germen?

¿Y con Borges, Saramago, o el mismo Shakespeare? ¿qué decidimos?, les quitamos o les ponemos eso que solemos llamar sentido profundo de la existencia, reflexiones que nos iluminan y que, precisamente por eso elige su nombre: lucidez.

O, al contrario, Quevedo, Quiroga, Kafka o Dostoievski ¿habrían dado la misma luz a nuestro entendimiento, de haber sido sensatos en lugar de un poco orates? ¿Y a Cervantes, en qué lugar de la raya le ponemos: en el del recaudador de impuestos o en el del alucinado Alonso Quijano?


Que se lo pregunten a Baudelaire o a Hemingway. ¿Podemos considerar que parte de sus obras se deben a haberse pasado de la raya? Y en ese caso, qué nos han ofrecido: ¿lo mejor o lo peor de sus obras? Porque si la llamó "Las flores del mal" , inocentes clavelitos no serían. Escribir bajo el influjo de las drogas, es similar a cuando (otros, yo no por supuesto) estudiaban los exámenes a última hora y con anfetaminas: para rendir óptimamente había que realizar el examen en el mismo estado mental que uno estudió. Así, uno cree que su obra es genial, sólo cuando la relee en el mismo estado mental que uno la escribió.


Se ha desarrollado la creencia de que la rareza es la antesala de la inspiración, y ésta es el núcleo de la creatividad humana. En mi opinión, no podemos definir la creatividad solo como la producción de algo original, novedoso, algo que sobresale por encima de lo habitual y cotidiano. Ser original es francamente sencillo hasta que uno lo intenta.

Crear es ante todo, una forma de cambio, es inventar diferentes posibilidades. A los humanos, los cambios en nuestro entorno o interior, nos atraen tanto como nos alarman. El segundo órgano más importante que tenemos, el cerebro, se constituye creativamente a sí mismo, viene sin programar y ha de hacerlo para sobrevivir y eso puede considerarse el ejercicio de creatividad más significativo. Es creativa la persona que, a partir de un conjunto de estímulos (colores, formas, palabras, ...), ve lo que antes no había visto o lo que nadie ha visto antes.


¿Puede entrenarse la creatividad?

Se debe asignar atención a las cosas por sí mismas, cuestionando lo obvio y buscando otras posibles explicaciones a la realidad, que las ya admitidas. Todos los días ocurren cosas sorprendentes que merecen ser atendidas y compartidas.

Lo que un artista, un escritor, un investigador, aportan a su campo de conocimiento, no es la realidad, sino la manera en que interpreta esa realidad. Antes de ver algo que nadie había visto anteriormente (y luego escribirlo combinando las palabras de forma única también), se dan procesos de aprendizaje y vivencias que llevan a percibir innumerables diferencias y matices en los estímulos.

Se sabe que nuestro cerebro tiene, al menos, dos maneras de funcionar: pensamiento lógico y pensamiento creativo. El lógico sigue una especie de carril mental y es útil para sus funciones, pero el cerebro creativo ha de salirse de ese carril y explorar otras posibilidades sin autocrítica.

El principal freno para desarrollar la creatividad es creer que uno no puede desarrollarla y es incapaz de realizar algo creativo en cualquier ámbito. Eso y pensar que hay que someter al cerebro a las doce pruebas de Asterix y volverse loco. No hay que olvidar que a los grandes genios no se les recuerda por sus primeros trabajos ni por sus malos trabajos, que también los tienen, sino por lo lejos que llegaron con alguna de sus ideas y cómo nos han servido al resto de seres humanos.


Y ahora, si me disculpan, tocan a mi puerta un par de enfermeros con una camisa de fuerza...SOY ESCRITOR, ESTOY LOCO!!!

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