No son los aguijones de tu decirlos que obligan a mi alma abortarel fruto sagrado de mis sentimientosni tampoco el fuego de tu gargantael que hace que la fuente de mis ojosrebalse e inunde tus distancias,
no es esa maléfica quietud donde ocultas
tus crueldades y egoísmos
la que me empuja al precipicio de la soledad
con pies desnudos de esperanza.
no son los clavos del madero de tu adiós
los que desangran a este moribundo corazón,
Son mis propios silencios los que me tienen
contra el paredón de mis angustias,
...es mi propia sangre que hierve y quema sin piedadlas fronteras de mi piel, cuando evoco tu recuerdoSoy yo mi peor enemigo,por haber parido este amor maldito…
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