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sábado, 8 de octubre de 2011

Comprendiendo al mundo...

El caballero miró hacia atrás, había estado mucho tiempo llorando. Y es que hasta los hombres fuertes y duros como él pueden derrumbarse. Pero ahora sonreía al hacer un balance de su vida. En el camino había encontrado infinidad de emociones, había sido feliz, triste, había estado irritado, cansado, hasta ilusionado. Y lo más importante había sonreído de verdad. Pero entre esos recuerdos el prefería quedarse con los buenos, aunque el caballero miraba nostálgico aquellas sensaciones y pensaba que muchas de aquellas palabras que escuchó eran mentiras, en ocasiones dichas solamente para complacerle y ayudarle. Y que toda esa meditación y preocupación empezó el día en que decidió quitarse la armadura y derruir el muro por circunstancias como las que vivió.

Pero no era el momento de buscar culpables, ni de señalar las miserias. Él había sido quien había derruido el muro, se había quitado la coraza dejando al descubierto su yo, dejándose querer y queriendo. Sabiendo el riesgo que ello suponía. Ahora analizaba si todo eso le valía la pena, si tanto esfuerzo por ser feliz y ser querido le valía la pena. Al fin y al cabo esa no era su época, ni si quiera su planeta. Nuestro caballero no era un tipo raro, ni especial, era un hombre del espacio, era pues espacial (válgase la redundancia). Por tanto su lenguaje no era fácil de entender entre los humanos.

Antes de proseguir, miró al cielo, unos pájaros levantaban el vuelo. A lo lejos se escuchaba el galopar de algunos caballos. Nuestro caballero volvió a reírse, todo le parecía demasiado absurdo, tan falso que para seguir con ello se quedó mirando a su nuevo compañero, una loca como él que también buscaba su felicidad en los demás e ilusa creía en la bondad de los humanos. Ambos provenían de planetas cercanos y ello les ayudaba a comunicarse, el caballero le hablo de forma alta y clara:

- Al fin he comprendido la verdad. Entiendo la incoherencia del mundo, incluso la suya.

De esa forma el caballero volvió a enfundarse su armadura y se dispuso a empezar de nuevo el muro...Pero en ese instante ella intentó detenerle, y le dijo:

- Tú lo sabes, que estás equivocado, esa no es la solución

- Parece irónico, balbuceo el joven, antes era yo quien usurpaba el sitio de algún tipo de psicólogo. Ahora eres tú, de nuevo. Es curioso las coincidencias y como al final me siento como un loco a la deriva buscando soluciones absurdas. Porque aunque me cueste reconocerlo sé que tienes razón, es mi empeño y mi miedo por no volverme a equivocar...

PD: Al fin y al cabo sólo soy una loca, soy un caballero errante que no cesa de equivocarse en sus decisiones... Mi propia consejera y mi propia guadaña. Soy quien me da la vida y quien me la quita. Definitivamente debo volver a construir el muro... aún sabiendo que estoy equivocada...

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