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lunes, 17 de septiembre de 2012

Sobre Borges, el maestro

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (Buenos Aires–Ginebra), escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universales y que ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.

Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso laberinto que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual.

Anécdota:

Un muchacho, bien peronista, vio a Borges-solitario- un día de 1978, intentando cruzar la Avenida 9 de Julio. Se le acercó disimulando el odio que le tenia y le ofreció ayudarlo a cruzar la imposible avenida, el peligro del rápido semáforo. La fantasía del muchacho era dejar a Borges a merced de su ceguera y del trafico en medio de la 9 de Julio. A mitad del trayecto le dijo al oído: -"Borges, yo soy peronista". El maestro no se inmutó y antes de llegar a la vereda, consoló a su acompañante diciéndole: -"No se preocupe joven, yo también soy ciego" 

El otro. El mismo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. 
Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, 
para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; 
de Borges tengo noticias por el correo 
y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. 
Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, 
las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; 
el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor.
 Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, 
yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. 
Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar,
 quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. 
Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, 
y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. 
Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar.
 Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; 
la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. 
Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), 
pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. 
Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo 
y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. 
Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.


Yo tampoco se cual de los 2 escribe este articulo de blog...O el Poeta o el Loco . 
Es muy cierto aquello de: "de poetas y de locos todos tenemos un poco".







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